¡Malditas playas y calas italianas!

¿Saben ustedes cuál es el país del mundo con mayor cantidad de sitios declarados como del Patrimonio Mundial de la UNESCO? Por el título del post ya se lo pueden ir imaginando: es Italia.

El Bel Paese ostenta 48 sitios en la categoría «Culturales» y 5 sitios en la categoría «Naturales», totalizan 53; le gana por uno a la milenaria y gigante China que es el 2º país con un total de 52 sitios. Ahh, además Italia propone una lista de otros 42 sitios como candidatos a recibir este reconocimiento, así que no se sorprendan si sigue sumando sitios inscriptos en la lista de Patrimonio Mundial del la UNESCO.

Este impresionante récord es un gran motivo para visitar a este país, yo particularmente valoro especialmente el significado de estos sitios para la humanidad, tanto aquellos culturales como los naturales.

Pero Italia es eso y mucho más, tiene muchos otros sitios naturales y culturales que no están incluidos en esa lista y además podríamos mencionar aspectos como su gastronomía cautivadora o como sus malditas, sí, ¡malditas!, playas y calas ?

Un par de párrafos más arriba yo me hacía el culto y les decía lo mucho que valoro el patrimonio mundial, los sitios culturales y todo eso, pero cuando fui a Italia el verano pasado se me complicó la cosa.

Primero me fui a Venecia, allí me quedé varios días, era mi segunda visita y pude recorrer bastante, pero me alojé principalmente en el Lido, enfrente a la ciudad antigua, ¿saben por qué? Porque el Lido tiene playas que dan al Adriático. Así que un par de veces en lugar de visitar lugares como el Museo Guggenheim o la Biennale di Venezia, me la pasé en la playa, alternando entre preocupaciones como tirarme a leer en la arena, meterme a las aguas mansas del Adriático, o acercarme a uno de los hermosos restaurantes de playa para almorzar unos Spaghetti Alle Vongole o tomar un Spritz o un espresso por la tarde.

Igual en Venecia la «performance cultural» no fue tan mala, considerando que toda la ciudad fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO, además dediqué un buen tiempo a algunas visitas como La Basílica de San Marcos o el Campanile de la Plaza San Marcos, digamos que no me siento tan «culpable» por esta etapa del viaje.

Pero luego me fui para Cerdeña, la segunda isla más grande del Mediterráneo, tiene sitios importantísimos como la Basilica di Nostra Signora di Bonaria en Cagliari, que alberga a la madonna a la que le debe el nombre la ciudad de Buenos Aires; grandes construcciones megalíticas llamadas Nuraghes que se remontan hasta 1.900 años antes de Cristo y lugares naturales increíbles con grutas y otras interesantes formaciones geológicas e incluso con restos de ciudades de 1.000 años antes de Cristo dentro de ellas. Pero aquí sí nos encontramos con un «problema», las playas y calas de Cerdeña son posiblemente las más bellas de todo el Mediterráneo.

Llegué a Cerdeña, alquilé un auto y me dirigí hacia una pequeña población que sería mi base en la costa oriental de la isla. Fueron pasando los días y siempre terminábamos embarcados hacia alguna cala.

O bien conduciendo hacia distintas playas.

A mi favor diré que algunas playas tenían sitios históricos ahí mismo sobre la costa, como la Torre medieval de Bari Sardo.

Claro que Cerdeña también nos sedujo con delicias gastronómicas como esta picadita en uno de los coquetos restaurantes de playa.

Y nos cautivaba por las tardes con serenos atardeceres.

No obstante, una vez fuimos lo suficientemente fuertes y dejamos antes de la playa para ir a visitar un sitio nurágico S’Ortali ‘e su Monti, si bien no es uno de los más impresionantes de la isla, brinda un buen panorama acerca de los distintos períodos de la milenaria historia sarda y cuenta con una excelente explicación por parte de los guías del lugar.

La tercera región que visitamos en ese viaje fue Apulia, volvimos a alquilar un auto, esta vez con otra compañía, e hicimos base en el centro histórico de la ciudad de Bari.

El auto nos llevó a lugares llenos de historia como Polignano a Mare (sobre la que les contamos en este otro post), pero irremediablemente terminamos en una de sus bellísimas playas

Otro día seguimos hacia Monopoli, un poco más al sur, paseamos un poco por su interesantísimo casco histórico, incluso visitamos la Iglesia Santa María Amalfitana del siglo VII con su cripta original debajo.

Pero los placeres de la gastronomía y del mar italianos rápidamente capturaron nuestra atención, comimos (y bebimos) en auténticos restaurantes puglieses frente al mar.

Y después le hicimos caso a los carteles ¿Acaso el símbolo en ese cartel no significa tirate a disfrutar de la playa?

De todos modos, un día volvimos a resistirnos a los encantos del dolce far niente italiano y nos fuimos a visitar los Trulli de Alberobello, uno de los sitios UNESCO de la región.

Bueno, en realidad creo que exageré, decirles «malditas» está mal, de hecho las playas y calas son maravillosas, pero tanto su belleza como la del entorno y gastronomía alrededor ejercen un influjo del cual es muy difícil escapar, en realidad, uno no tiene ni la menor intención de escapar.

Creo que conviene tener en claro que todo lo que sucede en las costas italianas es parte integrante e inseparable de la cultura de este maravilloso país; quizás tendremos que ir haciendo otros viajes en épocas no veraniegas para poder visitar tranquilos los sitios «de adentro», recorrer esas ciudades llenas de historia pero a la vez palpitantes de presente, esos lugares naturales, esos sitios arqueológicos, establecimientos vitivinícolas, castillos y otros centenares o miles de atractivos.

Ahora estoy a pocos meses de ir de nuevo a Italia, en pleno verano a una de sus regiones más calurosas, la isla de Sicilia ¿Lograré resistirme a las playas y calas de la isla más grande del Mediterráneo? …. no lo creo 😀

Post relacionados:

• ¿Cuánto dinero gasté en mi viaje a Europa?
• Viajamos a Europa y todos los alojamientos fueron con Airbnb
• Relatos de viaje por Italia

Links de interés:

• Lista de sitio italiano declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO